Como digno heredero del ingenio de su padre, Antoine-Louis da signos de una gran creatividad, incluso audacia, al incluir en sus relojes innovaciones si cabe más refinadas. De esta manera, en 1830 comercializa relojes dotados de un sistema de cuerda y de puesta en hora que no precisa de llave, el precursor del mecanismo de cuerda moderno. Louis-Clément, por otro lado, desea darle otra oportunidad al reloj simpático, inicialmente desarrollado por su abuelo, pero esta vez no olvida patentarlo.